Hace poco descubrí algo insólito que aún estoy procesando en mi mente. Pensé que era un sueño o una simple broma; como hubiera deseado que así fuera, pero lamentablemente no. Mi vida comenzó con el doctor Gutiérrez y aparentemente terminará con él, o quizás no, puedo seguir viviendo este fragmento de vida que se me ha otorgado, aunque no sepa hacer nada más.

Me llamo Jaqueline y soy la asistente del doctor Agustín Gutiérrez, un afamado genio en biomecánica y neurología artificial. Ha sido reconocido por las grandes academias por su aporte a grandes proyectos. Ha descubierto grandiosos avances con la creación de piel humana artificial, que puede ser igual de sensible como la real, adherida a un cuerpo robótico con aspecto de persona. Con esto ha conseguido que aquellas personas con prótesis puedan sentir de nuevo a través de sus partes artificiales. Este invento ha revolucionado la ciencia en todos los matices de su percepción.

Sin embargo, el doctor Gutiérrez poseía un sueño más ambicioso: crear un androide con pensamientos y sensaciones humanas reales, es el proyecto con el que ha estado trabajando y le he asistido por años. Aunque ha tenido varios avances, también ha sucumbido a los fracasos. El doctor Gutierrez es muy sensible y tiende a caer en el alcoholismo tras una frustración, pero luego se recupera, es como si todas sus ansias se desvanecieran tras un episodio caótico. Me sentía muy orgullosa de ser parte de este proyecto, pero ahora, no sé cómo concebirlo.

Tengo 25 años de edad, me gradué en la Universidad Central de Ifatia con honores y poseo un IQ de 135. De mis padres no tengo recuerdos, tampoco si tengo hermanos o primos, solo recuerdo trabajar con el doctor Gutiérrez toda mi vida, pensé que tanto trabajo había borrado más de la mitad de mi vida. El doctor habilitó para mí una habitación confortable y enorme, en la que pude desenvolverme y seguir estudiando todo lo relacionado con su proyecto. Le ayudaba con el aseo y levantarse de sus comas etílicos, mientras superaba como un cobarde aquellos fracasos que lo volvían susceptible.

Pude entenderlo, su trabajo no era nada fácil. No solo era crear una entidad robótica con aspecto humano, sino crear todo un sistema nervioso, neuronas, un cerebro, consciencia y subconsciencia, y eso es algo que debe desarrollarse con cada filamento, cada corpúsculo, cada vestigio ínfimo, para no perder la línea conexa que posee todo cuerpo humano. Después vendrían los sentidos; ¿cómo puedes hacer que una máquina sienta, saboree, olfatee, escuche y perciba su entorno con órganos artificiales tal y como lo haría un ser humano? Solo el doctor Gutiérrez tenía la respuesta, pero ejecutarla; eso era lo difícil.

Lo que no me había dado cuenta es que ya lo había logrado, también era un genio para crear dificultades con algoritmos, no solo usando las matemáticas como base para lograr sus fines, tiene herramientas psicológicas para conseguir resultados más impactantes y verdaderos. Yo creía que estaba viviendo un sueño, pero lo creía así porque fue el doctor Gutiérrez quien me indujo ese sueño. Para explicar mejor, debo contar la verdad de este enredo, pero no sin antes contar como lo he descubierto.

Sucedió una mañana hace dos días exactamente, me hallaba cocinando mientras el doctor realizaba sus trabajos en el laboratorio, cuando de repente por mi descuido, me corté la palma de la mano izquierda. No boté ni una gota de sangre lo cual me pareció extraño, aunque si sentía el dolor de la incisión accidental. Noté que dentro de la herida algo brillante se asomaba. Aunque me dolía mucho, me abrí más la lesión asombrada cada vez más con lo que descubría: una serie de líneas metálicas, conectadas con cables finos y transparentes.

De súbito emití un alarido de miedo, y en ese instante precisamente, apareció el doctor Gutierrez asombrado con lo que veía. Al divisar su rostro me desmayé, quedé a oscuras por un buen rato hasta que desperté, y lo primero que observé fue la mirada del doctor Gutiérrez esbozando una sonrisa. Estaba asustada, pero él comenzó a explicarme todo. ¡No soy una persona de carne y hueso, soy una máquina! Por eso no tengo recuerdos de mis padres, ni de mi niñez, ni de mis años en la universidad; nunca existieron, solo escenas inducidas por mi creador en mi memoria.

El objetivo del doctor Gutiérrez no era conseguir que un robot sintiera lo mismo que un humano, pues ya lo había conseguido, sino que una maquina creyera en su totalidad que era una persona. El experimento ha fallado y ahora el doctor debe comenzar de nuevo conmigo, dijo que me borraría la memoria otra vez, lo que me hace preguntarme: ¿Cuántas veces me la ha borrado ya?