Big Fish (Película): una historia inolvidable

Tim Burton se ha caracterizado por dirigir y realizar películas raras, con personajes extraños, sombríos y encantadores, pesadillas conmovedoras en muchos casos con Johnny Depp y Helena Bonham Carter, esposa de Burton. Todos recordamos a Edward manos de tijeras, Beetlejuice, o dramas como Big eyes y Sleepy Hollow. Su estilo es único y aunque no es uno de mis directores predilectos, una de sus películas es de mis favoritas de todos los tiempos.

Big Fish (El Gran Pez) es una película de 2003 que se centra en la relación entre William Bloom (Billy Crudup) y su padre Edward (Albert Finney), que pasó de la admiración cuando era niño al fastidio ahora que ya es adulto porque su papá es un legítimo storyteller y la mayoría de sus historias están cargadas de fantasía. Para William era divertido, siendo niño, escuchar sobre gigantes, brujas, aventuras, misiones peligrosas en la guerra y circos, pero ahora que ya es grande siente que no conoce a su padre y lo culpa de ello por haber contado tantas tonterías y no haberle dado un relato real de su vida. Sin embargo, aunque no se hablaron durante algunos años, ahora William viaja de París a EEUU para acompañar a sus padres, ya que Edward está gravemente enfermo y ante la posibilidad de perderlo, Will decide hacer las pases y ver si puede desentrañar algo de verdad entre tantas aventuras fantásticas.

Al principio, tiene que escuchar las interminables historias de la juventud de su padre que se las cuenta a Joséphine (Marion Cotillard), la esposa embarazada de Will, pero poco a poco, a través de charlas con su madre, o la limpieza de un cobertizo lleno de trastes, el hijo se va dando cuenta de que si bien no todas las historias de su padre eran posibles, sí podían tener partes de verdad.

La película logra equilibrar de buena forma las diferentes emociones que despierta. Por un lado está la parte más real y dramática, con tristeza y llanto: el padre de William en sus últimos días, las lágrimas de la madre, conversaciones entre Joséphine y su esposo, la línea de tiempo actual en la que arranca la película. Por el otro, se narran las aventuras de Edward Bloom desde la infancia y la adolescencia hasta que se convirtió en un hombre demasiado ambicioso para su pequeño pueblo. Ya sea que William lo esté recordando, o que su padre lo esté contando a alguien más, lo vemos cruzar senderos tenebrosos, visitar la casa de una bruja, entablar amistad con un gigante, trabajar en un circo, ir a la guerra, viajar por el país vendiendo mercancía y un sinfín de historias más, a cada cual más exagerada, divertida y fantasiosa, que nos provocan risas, sonrisas, asombro y suspiros, porque también hay espacio para el romance.

Dentro de la gran trama que cuenta la película, se puede hablar de pequeñas subtramas que la conforman y la historia de amor entre Edward Bloom y su esposa Sandra es una de las más bonitas que recuerdo. Una de las escenas más memorables es cuando la chica se asoma a la ventana y ve a su pretendiente en medio de un campo de sus flores favoritas. A ello se suman el repertorio de personajes variopintos y el talento de actores como Jessica Lange, Alison Lohman, Helena Bonham Carter, Steve Buscemi, Danny DeVito y una niña que aparece durante pocos minutos, pero en quién reconocemos a la futura intérprete de temas como Party in the U.S.A. y The climb.

La película provoca mil emociones diferentes y tiene de todo un poco, pero yo diría que hay dos temas principales: la relación padre-hijo, con sus altibajos, diferencias, semejanzas muchas veces insospechadas o involuntarias; y el poder de las historias, la magia de las palabras y el arte de contarlas:

“Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias. Siguen viviendo cuando él ya no está. De esta forma, el hombre se hace inmortal.”

Ni qué decir de la gran cantidad de reflexiones que se pueden desprender de algunas frases contenidas en el guión de John August, basado en la novela de Daniel Wallace. Big Fish es una película de 9/10 puntos, enternecedora, conmovedora, dramática, divertida, romántica, exagerada, memorable, menos gótica que otros trabajos de Tim Burton, pero a mi parecer con un nivel de calidad por encima de las demás y con una secuencia final bastante emotiva que deja su estela cuando ya se han acabado los créditos. Es, en una palabra, una historia inolvidable. Si aún no la han visto, pónganla entre las primeras de su lista y aprovechen que se encuentra disponible en Netflix, estoy seguro de que no se arrepentirán de verla.

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