


Dicen que de amor nadie se muere,
¡pero es mentira!
sí te va matando mientras te revive en otra vida,
te destroza tu debilidad mientras va construyendo tu verdad,
te deja ciego mientras tu corazón ahora es el que mira,
te deja sonrisas que antes estaban vacías,
te rompe el corazón mientras se va armando de valor,
en ocasiones es capaz de dejarte mil heridas,
heridas que con el tiempo y el amor
van sanando hasta convertirse en dos mil sonrisas,



te deja una paciencia que tú mismo ni creías,
dejando lágrimas que solo se secan con besos que erizan,
es así como ella quiso envejecer,
envejecer escuchándolo una y otra vez,
escuchando preguntas que ella solo pudo responder,
haciéndole enfurecer,
es así como quiso desaparecer,
amándolo hasta más no poder,
dejándole lo mejor que ella pudo ofrecer,
dejando en sus manos
su vida y su muerte también.


Notas del autor
Este poema, sin duda alguna para mi es uno de los más importantes que he realizado, ya que fue escrito en honor a mi abuela paterna, la cual nos dejo más que su vida, muchos ejemplos de amor con su paso por la tierra.
Este poema habla sobre el amor que ella le dio a su amado esposo, a pesar de que tuvo que soportar mucho dolor, debido a que el mismo en varias etapas de su vida no se comportó de lo mejor, adicionalmente a eso, él sufre de alzheimer y ella lo atendía con amor, a pesar de que sinceramente la llevaba al límite de su paciencia.
Fue una tarde como cualquier otra, en la cual recibían la visita de sus hijos, cuando ella se alteró tanto por lo pendenciero que se comportaba él esa tarde. Ella se sobresaltó y para sorpresa de ella y de los presentes, sufrió un infarto al corazón.
El día sexto posterior al suceso infortuito, ella sucumbió en el descanso prolongado hasta que Dios ha de quererlo.
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