
Foto de Christopher Burns en Unsplash
Cada quien es lo que es y ya. Lo interesante es ver qué pasa cuando entramos en contacto con alguien que nos pone en duda y sin embargo sabemos que nos hace falta. Y que nos hace falta porque nos niega.
—Voltaire

EN EL PORTAL DE URICH
En el portal de Urich,
Las sombras son tragadas por su luz tenue,
el aire es consumido y engendrado
en el corazón de los hombres temerarios.
Un azote de fuerzas espectrales,
roban la gallardía de imperios colosales,
reduciéndolos a inservibles y suaves ráfagas,
que no competen ni contra cenizas ni simples palabras.
En el portal de Urich,
las llamas torrenciales se extinguen.
El cielo se contrae y forma un torbellino,
para abrirle paso a un par de alas doradas.
El portador vino hecho de plata.
Manos voraces.
Voces ensordecedoras.
Sus ojos despedían resplandores blancos
cortando la oscuridad con un destello.
Hacia el portal de Urich
todos fueron,
Admiraron el paisaje de celajes coloridos.
Las montañas sin forma despedían gracia
sin provocar miedo en las mentes
de personas prudentes en hilos retorcidos;
testigos de auroras cósmicas,
que descienden como ríos invertidos
hacia las fauces del portal.
En el portal de Urich
Todos sucumbieron.
Las historias se perdieron
por un mal augurio.
Tragados por el filo
de una hoja aterradora.
Entre risas macabras
y brisas desconsoladoras,
cayeron los últimos vestigios
que el portal de Urich dejó.

Escrito por @universoperdido. 30 de mayo del 2022

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