
Fue entre 1972 o 73. Una tarde entré a la biblioteca del Pedagógico de Caracas y estaba José Luis Farías, un amigo, infatigable lector, ensimismado en la lectura de una obra. Lo saludé y le pregunté qué leía. Sin levantar la mirada, subió el libro a mis ojos y me espetó: “lee”.
El nombre me llamó la atención, una sola palabra, una cifra, “1984”. Su autor “George Orwell”, pseudónimo del autor inglés: Eric Blair, quien había nacido en la India en 1903 y había escrito esta famosa obra dos años antes de su muerte, ocurrida en 1950.
Desde las primeras páginas el libro me atrapó, nunca había leído una historia semejante. Más adelante supe que pertenecía a lo que los críticos llaman “distopía” o “novela distópica”. Un género literario, donde la trama transcurre en una realidad ficticia y que a diferencia de la utopía, donde se presenta un ideal al cual aspirar, en la distopía la hipotética realidad que se presenta es completamente indeseable.


Orwell recrea en 1984, la vida en una sociedad donde ha triunfado el totalitarismo. Tomando a Winston como protagonista, un funcionario con una existencia gris, rutinaria y vacía, nos va presentando, con una precisión quirúrgica y con un lenguaje sencillo, directo, bello y coloquial, todos los detalles de la vida cotidiana en un sistema como ese.
Nada escapa al escrutinio de Orwell. En el día a día de la vida de Winston vamos conociendo los diferentes mecanismos de dominación que se van ejecutando para lograr el fin último del totalitarismo: la desaparición del sujeto libre.
En el mundo donde se sitúa a Winston no hay cabida para los valores conocidos por la sociedad liberal. No es posible desarrollar la amistad, porque se desconfía de todos, viven en un estado policial, donde cualquiera puede ser denunciado hasta por sus hijos pequeños. No hay cabida para el amor porque la relación entre las personas ha sido colonizada y controlada por las directrices del Estado. No hay cabida para nada que se asemeje a lo que la sociedad ha llamado "el desarrollo personal".

El sujeto que vive en “1984” es un sujeto completamente controlado, sin referencias históricas, sin posibilidades de cultivar su intelecto o su espíritu. Una máquina más para poder mantener el funcionamiento social.
Quizás el mayor drama en la vida de Winston sea la pérdida total de la realidad. La verdad no está sujeta a ninguna lógica, solo es producto de los caprichos del poder.
En varios momentos de mi vida he leído y releído 1984. Ha sido un material de lectura que he discutido con mis alumnos en muchos de mis cursos. Para mí es una obra esencial que debería ser leída por todos. Tiene muchos puntos a favor: una historia original, con una gran cantidad de planteamientos éticos y filosóficos como para meditar largamente; escrita en una forma sencilla y magistral; con una historia de amor desarrollada en un clima de gran tensión emocional. Y con un final…

Los de mi generación creíamos superadas las tentativas de hacer realidad el mundo de 1984, esperábamos que con la disolución de la URSS, en 1989, no volveríamos a saber de eso. Pero estábamos equivocados.
Nunca pudimos sospechar que en nuestro país íbamos a revivir, en gran medida, el tenebroso drama distópico presentado por Orwell.
Con la llegada del Chavismo poco a poco nos ha ido alcanzando la manera de vivir de Winston Smith. Cada día que pasa el estado venezolano( minúsculas a propósito) va cerrando el cerco a la libertad individual, a la iniciativa privada. Cada día estamos más aislados, más dependientes de la dádiva pública. El control de la vida se incrementa con mecanismos como el carnet de la patria, el que parece ser, en el corto plazo,el único salvoconducto para sobrevivir.

El gran mérito de Orwell fue lograr desentrañar la esencia del totalitarismo. Por eso su obra es inmortal, atemporal. Por eso ha sido leída con atención por miles de lectores desde hace 70 años. Debemos agradecer a Orwell su llamando de alerta. El totalitarismo siempre será una amenaza latente. Ante él no se puede bajar la guardia.
Gracias por su tiempo.
Fuente de Imágenes Portada I II Palabras de Maduro Cruz gamada
Las citas del libro 1984 corresponden a la edición en papel. Ediciones destino. 1984.
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