
Hay besos que uno nunca olvida, como el primer beso, por ejemplo. Existen besos raros, besos con historias graciosas, besos que no tuvieron muy buen final, besos que tardaron en llegar o que nunca llegaron. Para mi, los besos mas difíciles de olvidar, son los inesperados, esos que te llegan por sorpresa, esos que de un segundo a otro lo transforman todo, de esos que rompen barreras y te transportan a un universo paralelo, donde no sabes que te espera, pero sabes que se siente ridiculamente bien. Besos que te aceleran el pulso, como si fuese una represa que se abre para llenarte con un rio de sensaciones que te recorre el alma. De esos besos que no se dan con la boca, besos que se dan con todo el cuerpo... Besos se quedan en tu memoria, de los que te sorprenden y aunque al principio no los sepas manejar, no sabes cómo ni por qué, pero te empiezan a gustar. Eso sí que es inesperado.
Un buen beso puede llegar a convertirse en un puente hacia territorio desconocido, y por más que lo evites, lo desconocido siempre es atractivo. Un beso puede acerca mucho mas que dos bocas, puede acercar dos almas. Pero no todo siempre es color de rosa, también hay besos que no deseas, no esperas, o no te gustan. También están esos besos que llegan y no te sorprenden, no te mueven, no te emocionan, no te conectan. Besos que van y besos que vienen, pero siempre hay besos que vale la pena recorda.

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