

Pido perdón por no haber sido yo mismo, por haber reprimido mi propio ser, mi propia existencia y pasar a formar parte de un cascarón vacío que hacía lo que otros decían. Por haber perdido una identidad que casi no se llega a formar.
Pediría perdón por ser amargado, pero no. Por tener una falta de control sobre mis emociones, sí, por no saber cómo controlarlas y hacer un mejor uso de ellas. Por ser tan inestable.
Les pido que me disculpen por empezar a sonreír ante lo que me parece gracioso y no sobre lo que es aceptable para todos, por reír de manera involuntaria ante el dolor y sufrimiento, tanto ajeno como propio. Por empezar a revelar mi verdadero ser.

Podría llegar a los extremos de pedir que me perdonen por existir, pero no, me amo y me odio tal como soy, y estoy bien con eso, por raro que sea, y no importa que ustedes no lo comprendan o piensen que estoy loco.
Ahora les pido perdón por lo que haré, pero no tengo otro modo de sanar, por insano que suene. Debo matarlos, mi mente lo exige como un cómodo pago para todas las cosas que me hicieron pasar, por eso que me hizo paranoico, susceptible, inestable, extraño, marginado y diferente ante todo y todos.
Pudieron haber sido cosas inofensivas para ustedes, mas no lo fueron, no ante mi mente, no ante mis ojos, que fueron los únicos que percibieron las cosas que me hicieron perder la confianza en mí mismo, un ser capaz de destruir el mundo, o crear uno nuevo si se lo propone.
Les pido perdón, aunque igual vayan a morir.
Hasta luego, cuando les llegue su momento.