A veces tengo mucho tiempo

libre los domingos que uso para descansar y cuando ya terminé de descansar caigo en pozos del pasado explorando mis propias redes sociales. Viendo qué he publicado antes y ver si logra identificar algún progreso, estancamiento, cambio de ritmo, de historias, cambio de perspectivas o qué ha pasado con lo que ahora produzco. Tras explorar mis redes, me di cuenta (de nuevo) de cuánto extrañaba los revelados en blanco y negro, esto sumado a las fotografías que vi del papá de una amiga que es vieja escuela y amante del analógico. Pude ver en solo ocho fotos una sensibilidad única y unas ganas inmesurables de repetir esas fotos o llegar a ese nivel de conciencia. Así que escribí el siguiente texto para acompañar a las fotos que seleccioné casi aleatoriamente pero que me daban una cierta nostalgia en blanco y negro granulado:

Hoy ha sido un día de ver múltiples obras de arte, múltiples creatividades, masivas como la era digital pero nada como ver en tan solo ocho fotos un trabajo de la nostalgia, de lo analógico adaptado a lo digital, un trabajo de recuerdos en blanco y negro que me invade de sentimientos que no sé cómo definir pero que son guiados por la nostalgia. Oscilan entre admiración, decepción propia; en ocho fotos y seis décadas se plasmó más de lo que yo he hecho o creo poder hacer. Siento maravillas, un espectador silencioso pero con ojos llorosos, sentimientos que van reflexionando sin conclusión acerca de las latitudes del mundo, de sus iglesias, de su fauna, de sus dramas humanos.