Me reencuentro con ese infante, mucho antes del alcohol, mucho antes de demostrarme; que tan niño no puedes ser en este momento. Cuanto pesa tu silencio, cuan incomprensible te has vuelto. Tanto blanco ha invadido este sitio, desde antes de entrar; y se asemeja con tono extraño a ese blanco en aquel altar. Cuando me conoces tanto, ahora te desconozco y te extraño y es ahí donde se te puede ver más cercana. Tu estampida, me enfrenta sin juicios, sin papeles; de frente, delante de ti igual a la primera vez. La primera vez que nos devorábamos las figuras, como los malos de cualquier telenovela. Estallan centellas y se vuelven a romper las luces, porque no podemos separarnos; estar solos o estar lejos. En esta situación, anhelo arroparme con tu cuerpo. Ya nos reencontraremos luego y cada quien partirá a su destino.
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