
Pensamientos fuera de la zona de confort
Sin darnos cuenta las zonas de confort son una especie de prisiones; cuando estamos en esta zona los barrotes de la prisión nos impiden ser realmente libres, pero esos mismos barrotes nos hacen sentir protegidos de los malos y los peligros que pueden estar fuera de ellos.
Salir de esta zona es tomar un riesgo, es dar un paso a la verdadera libertad, por tanto, estar dispuesto a dejar la comodidad es lo que implica vivir. Esto no corresponde a las comodidades básicas de la vida, esas corresponden a derechos fundamentales que deben ser existir para la existencia humana, las personas necesitamos ambientes aceptables para funcionar mejor.
Desde un punto de vista organizacional la zona de confort permite que los empleados aporten más al desarrollo cuando se sienten identificados, cómodos, así como tienen mejores beneficios para su estabilidad. Igual sucede en los grupos de trabajo, algunos ofrecen la comodidad apropiada para que cada miembro juegue un rol donde aporta por los demás y viceversa. Esto es lo normal.
Pero... ¿Qué sucede cuando nos acostumbramos a lo normal?
La zona de confort es una estructura mental donde la persona se ubica para sentir comodidad y evitar incertidumbre o ansiedad. Puede estar asociado a un lugar físico o aspectos conductuales. Es más un constructo de la mente. No es propiamente un lugar geográfico.
Asociamos nuestra zona de confort con lo que dominamos, lo que sabemos, estudiamos, lo que hemos logrado, con esas cosas o entornos que nos proporcionan estabilidad; por tanto, esto implica reinventarse y muchas veces aportar a vencer el miedo a comenzar nuevamente.

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Definitivamente cambiar el lugar de vida, el grupo de trabajo, los amigos no es algo que se toma a la ligera, sin embargo, todos los que colindamos con los deseos de superación y bienestar apostamos que sí lo haríamos, aunque hay que evaluar muchísimas variables. Se deben evaluar los beneficios, estabilidad, nivel de incertidumbre (es lo que me genera más intranquilidad), lo que debo invertir para alcanzar de nuevo la comodidad, entre otros aspectos relacionados.
Estar consciente que siempre existen variables espureas y por tanto inmanejables, no lo podemos controlar todo y por tanto, conservar la calma. Ante la incertidumbre, otorgar un tiempo de gracia para que todo tome su cauce. Escuchar consejos constructivos de personas que hayan superado situaciones similares y comunicar los sentimientos a un buen confidente. No todas las soluciones están en nuestras manos, fuera de la zona de confort se debe tomar de la mano a los afectos, pero principalmente debemos creer en nosotros mismos.
¿Te atreves a salir?
Saludos cordiales a todos.

La imagen uno es cortesía de Pixabay
La imagen dos es cortesía de Pixabay
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