Su prioridad en esta su primera cita con el hombre que amaba eran los sentimientos, poder abrirle su corazón y dejar fluir sus sentimientos por él, quería que cada palabra expresada fuera acompañada de su verdadero sentir, para que Daniel pudiera asegurarse sin lugar a duda de su amor y su completa disposición de empezar una vida juntos.
Las horas volaban como el viento y ella se emocionaba más y más al compás de ellas, a verse al espejo se percató de su rostro radiante, estaba claro que no necesitaba esforzarse para verse mejor, tenía como su mejor aliado la felicidad y el amor que brotaba de todo su ser.
Al salir de su habitación se encontró con su madre quien estaba impaciente por verla, arrastrada por un impulso Camila se arrojó a sus brazos dejando brotar unas lágrimas de felicidad, Ángela al darse cuenta trato de limpiar teniendo cuidado de no estropear el disimulado maquillaje de su rostro.
Era evidente que su hija tenía una lucha interna con muchos sentimientos los cuales debía controlar, pero al mismo tiempo se sentía bien por sus vivencias que la orientaba hacia la madurez y a la realización de su sueño de amar y ser correspondida, era la oportunidad que tanto había esperado.
Mientras tanto Daniel esperaba sin dejar de mirar su reloj y asomarse por aquella ventana por donde podría mirarla en silencio sin que ella lo notara, estaba ansioso por estar a su lado y escucharla. Llevaba consigo una un pequeño bolso que su madre había preparado con algo de frutas, unas raciones de torta de chocolate y parte de su tratamiento.
Camino a casa de Daniel, Camila aprovechaba para ordenar sus ideas pero solo lograba abrumarse más, por eso decidió escuchar una música instrumental que la ayudaría a relajarse y a conseguir el equilibrio perfecto de su estado emocional, lo menos que deseaba era parecer como tonta ante la presencia de él.
Ya al frente de la casa ella dio uno de esos suspiro profundo buscando drenar todo aquello que la invadía, luego se miró en el retrovisor para darse su último toque, sus manos estaban sudadas por lo que tuvo que secarlas y colocarse algo de crema, todo estaba listo para bajarse del auto, cuando de forma sorpresiva Daniel toco el vidrio de su puerta.
Ella impresionada sonrió y lo invito a montarse, cruzaron miradas algunas de ella recorrían cuidadosamente sus rostros, así estuvieron por unos minutos mientras comentaban de algunas cosas, Camila trataba de recuperar su aliento que le permitiera echar andar el auto.
Mientras ella conducía Daniel observaba cada uno de sus gestos, aprovechaba cada segundo para detallar los rasgos de su cara, sus manos, la ropa que llevaba, era como pretender dejar grabado en su memoria cada instante con ella, por otro lado Camila era prisionera de sus miradas.
Habían transcurrido alrededor de 25 minutos cuando Camila estaciono el carro en un lugar al cual ella solía visitar, tenía el aspecto de un parque rodeado de muchos arbustos grandes, también contaba con plantas ornamentales que hacían del lugar algo mágico.
Daniel se sentía cómodo en el lugar, era el escenario perfecto para la ocasión y agradeció a Camila que le mostrara su lugar favorito, nunca había estado allí y conocerlo a su lado lo llenaba de emoción. Caminaron por un momento y luego ella lo dirigió a un sitio donde podían sentarse, hablar y comer.
A Camila le preocupaba la condición física de Daniel, recordaba las palabras de su madre de considerar su proceso de recuperación, sin embargo, él parecía olvidarse de todo y estaba encantado por la nueva experiencia a su lado. Entre la presencia de Camila el entorno y una laguna que tenía ante sus ojos, lo hacían querer detener el tiempo.
Mientras comían aprovechaban para conversar, Camila expresaba desde lo más profundo de su corazón sus sentimientos, sus dudas por momentos y su angustia por no saber si era correspondida, de cada momento que quiso estar a su lado y por el dolor que sintió al enterarse de su accidente y no poder estar a su lado.
Cada palabra que salía de su boca era grabada por Daniel, su imaginación se quedaba corta al descubrir cómo y cuándo empezó a entrar en su corazón, parecía gratamente sorprendido al escucharla, era mucho más de lo que él esperaba saber.
Ya no era necesario nada más, tanto Daniel como ella estaban claro y firme en cuanto a sus sentimientos, ambos querían estar juntos, a partir de ese momento las palabras sobraban, por lo que Daniel se dejó llevar por su deseo y tomando su mano la llevó a sus labios y la beso. Fue un acto muy tierno de su parte, ella no dejaba de sonreír, su voz interior retumbaba en su cabeza soy inmensamente feliz.
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