El Padre Louis Éconches Feuillée fue un fraile de origen francés perteneciente a la orden de los Mínimos, como muchos en aquellos tiempos tenía estudios y tareas en varias ramas de la ciencia, en este caso el padre Louis era astrónomo, geógrafo y botánico, dada su destacada actuación llamó la atención de varios miembros de la prestigiosa academia de ciencias francesas y fue llamado para explorar el nuevo continente.
Padre Louis Feuillée
Fuente: Dominio público
En un primer viaje llegó a las Antillas e inmediatamente se dedicó a estudiar la flora de la zona, realizó la cartografía de Martinica y también tuvo tiempo para explorar la costa venezolana antes de regresar a Europa donde su trabajo fue elogiado. Inmediatamente la academia de ciencias comenzó a planear un nuevo viaje, esta vez al virreinato del Río de la Plata y Chile.
En 1708 llegó al puerto de Buenos Aires y comenzó a observar y explorar, en su diario del viaje hace una detallada descripción sobre la pampa húmeda, dice que es una prodigiosa extensión de tierras grasas y fértiles que si fueran cultivadas como es debido podrían dar lo necesario para alimentar a muchos vecinos. En la misma entrada menciona que los habitantes de la ciudad no se molestan en cultivarlas ni siquiera se preguntan en qué mercado colocarían los frutos de la explotación agrícola; añade que hay una justificación para tal actitud: la ganadería, menciona que es tan abundante la carne que supera a la madera de árboles necesaria para cocinarla.
En otra entrada menciona que es llamativo que la mayoría de los muebles y otros artículos de decoración dentro de las casas son hechos de cuero; anota además y lo destaca por la sorpresa que le causó, que los pobladores van a caballo a todas partes, utilizan los equinos y los montan a pelo, sobre sillas de cuero y para tirar de carros y carretas, aun para hacer muy cortos trayectos.
Con posterioridad el padre continuó su viaje, en una embarcación dobló el Cabo de Hornos y continuó con sus exploraciones por Chile primero y luego por Perú. Desde allí y tres años después de su partida, inició su regreso a Francia.
Su trabajo fue publicado en tres grandes volúmenes donde se incluyeron todas sus observaciones, recibió el reconocimiento de sus pares y de la academia de ciencias, además el rey Luis XIV le concedió una pensión de por vida e hizo construir un observatorio astronómico para él en el convento que la congregación de los Mínimos, poseía en Saint-Michel, Marsella.
Quedó en mi mente el asunto de que los porteños usaban sus caballos para todo, hasta para hacer muy cortos trayectos, se nota que los hombres somos animales de costumbre, solo hemos cambiado los caballos por los automóviles.

Héctor Gugliermo