
Tenía miedo y ganas de llorar, no sabía por qué, tal vez creía que iba a ser una muy mala broma. Aunque después de ver el rostro del difunto prefería mil veces que de algún lado salieran cámaras ocultas. Debía haber mucho presupuesto detrás para poder llevar algo así. En un segundo se cansó como si hubiera corrido un maratón, el sudor empapaba su cara, sentía como la humedad volvía fría su piel e incomodaba cada que rozaba con su ropa. Volvió a acercar la interna varias veces para confirmar lo que seguía sin creer. El hombre que colgaba de aquel árbol era él mismo.
Nunca supo exactamente cuánto tiempo pasó frente al cadáver, se sintieron como horas, aunque posiblemente sólo fueron minutos. Trató de despertar. Cada una de las técnicas que aprendió para controlar las pesadillas no servían en este momento. No era un sueño. El que colgaba vestía la misma ropa que le había regalado el amor de su vida hace un par de años en su aniversario. Ahora estaba sucia, con manchas de sangre. Al verlo sentía una extraña empatía y lastima. Lo examinó de pies a cabeza: tenía el mismo lunar entre ceja y ceja, la marca de nacimiento en el vientre, aquella cicatriz consecuencia de una coordinación motriz bastante torpe a los 15 años e incluso la herida de la pierna ya sanada. Su rostro herido, lleno de golpes y con un par de arrugas extras. Lo que más le llamó la atención fue que había un recado en su brazo. Justo en ese momento la linterna de su celular se apagó. Trató de volverlo a encender. Se quedó sin batería.

La luz de la luna ayudaba un poco a descifrar el mensaje, eran pocas letras, pero aun así no encontraba el significado. Estaban escritas con sangre. Miró el otro brazo para ver si encontraba la segunda pieza del rompecabezas. Examinó sus bolsillos para ver si tenía más, algo que le haga entender lo que estaba pasando. Nada. Solo logró observar que su mano sangraba, no tenías que ser un detective para darte cuenta de que él mismo lo había escrito. El mensaje fue por él y para él. Aunque eso seguía sin dejar claro por qué "Él" estaba colgado enfrente de su casa.
"No I". Al no encontrar más pistas empezó a caminar hacia su hogar para buscar ayuda. Quería hacerlo rápido, pero sus piernas seguían temblando del impacto. La herida en su pierna tampoco ayudaba. En su mente corrían a demasiadas ideas. Nunca la había notado con tanta velocidad, pensaba desde los posibles significados de esas tres letras, hasta lo falso que son todas las películas y series cuando el protagonista halla un cuerpo y encuentra las soluciones de inmediato. La escena era real, cruda y sin sentido. Hace años que no creía en el destino, aun así, sabía que le quedaba poco tiempo de vida. Entró a su casa para llamar a su pareja y, por qué no, también al 911. Cuando volvió a observar el árbol, el cadáver ya no estaba.
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