Desencajo Cerebral I (Lectura interactiva).

I

(Manual de instrucciones - Es necesario escuchar la música al mismo tiempo que lees el texto).

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Esa repetitiva melodía se volvía a oír de nuevo, ya no sabía si estaba dentro de mi cabeza o se había propagado cual parásito a lo largo y ancho de todo el planeta.

Los instrumentos se fueron uniendo uno a uno hasta formar algo medianamente coherente. Yo continuaba caminando, sin hacerle caso a nadie, sin prestarle atención a ningún otro humano, poco a poco me estaba abstrayendo de la realidad que me rodeaba.

Se hizo la luz, se acabó lo blanco y negro, comenzaron a llegar matices de color, esa paranoica melodía me envolvió por completo, se tornó más intensa y enigmática. Los efectos visuales, unidos a la paranoia sonora, me transportaron a un nuevo mundo.

Mi paso se aceleró, al ritmo que me marcaban esos extraños sonidos, que agujereaban, mi ya de por sí perturbada mente. Se volvió aún más repetitivo, constante, no pude evitar comenzar a caminar como si fuera una máquina defectuosa, todo se alteraba a mi alrededor hasta el límite de olvidar mi humanidad. ¿En qué me estaba transformando?

Ese incansable ritmo cuasi demoníaco me estaba volviendo loco, estaba atacando a mi yo, se había metido en mi consciencia y jugaba conmigo llegando a anular por completo mi voluntad.

Un repentino cambio rítmico me otorgó un breve respiro, pude inhalar una pequeña dosis de realidad, pude verme desde fuera por un breve instante, estaba ido, alterado, había perdido la razón.

Pero no fue suficiente para volver a la realidad, una vez más la intensidad volvió y me llevó aún más lejos de lo que había llegado antes, esa paranoica música consiguió hacerme suyo hasta elevarme por los aires, por encima de esos insignificantes y amargados humanos.

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Volaba a toda velocidad, haciendo inverosímiles giros, trepidantes volteretas, llegado a aquel punto todo me parecía normal, demasiado cotidiano, ya nada me sorprendía, sólo la simpleza de aquellos que no conseguían oír ni sentir aquello que a mí me inspiraba, ese dulce taladrar que consiguió desencajar mi cerebro.

La paranoia no dejaba de intensificarse, mi vuelo me llevó fuera de la ciudad, a un lugar dónde jamás nadie había estado, descendí, me posé en el suelo y sentí todo el poder que emanaba de mi cuerpo como si de un ser superior me tratase. Grité y de mí salió una gran cantidad de energía que se propagó por el espacio hasta el infinito.

Con el último acorde volví a aparecer en medio de la ciudad, exactamente en el mismo lugar que ocupaba en un principio, pero ya no era el mismo que antes, algo se había despertado en mi mente. Ahora era capaz de visualizar todo un mundo que antes permanecía oculto en mi interior.

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