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Otro día lluvioso, el cielo está gris y las calles mojadas, la lluvia va y viene. Emily estaba arropada en su cama mirando hacia arriba, creando formas de las manchas de humedad que observaba en el techo, se respiraba un olor a musgo y a tierra mojada, producto de un techo viejo lleno de goteras, ella sentía que ya el hongo era parte de ella. Mientras diseñaba figuras se preguntaba si el olor a humedad se había impregnado en toda su piel volviéndola completamente desagradable al olfato de cualquier ser humano que pasará cerca de ella. La respuesta le daba igual. La depresión se había apoderado de su vida y no tenía ánimo siquiera de resolver ese y u otro problema.
Desde que Jorge terminó con ella, su vida se puso “patas arriba”, todo lo que se podía dañar se dañó, todo lo que podía salir mal, salió mal, pero Emily ahora sufría de indiferencia absoluta, una especia de tristeza permanente mezclada con un “me da igual”, no existía inconveniente que la hicieran molestar, ni tampoco pequeñas alegrías, Emily mostraba la misma indolencia ante una mala noticia y una buena, ya ni siquiera podía formarse una opinión al respecto de que momentos podrían ser felices y cuáles no. Parecía que lo único que le importaba era el hecho de que Jorge la había dejado. Sabía que le había dado una importancia exagerada a esa ruptura pero aun así después de dos meses no había encontrado recuperar la entusiasmo que antes la caracterizaba.
Se levantó de la cama y en su paso por el espejo se quedó mirando su cuerpo detenidamente, tal vez no fue el olor penetrante a hongo que pudiera o no tener en su piel, quizás fue un rasgo físico que la hacía ver grotesca, ella intentaba encontrar esa fealdad cuando escuchó su teléfono celular, prefería ignorarlo pero lo tomó para ver la hora, de forma que no pudo evitar ver el nombre de Jorge en la barra lateral de los mensajes, abrió el mensaje sin pensarlo:
Necesito un masaje.
No sabía cómo reaccionar, no entendía nada, su mente había entrado en un torbellino de ideas y emociones que la paralizaron por casi un minuto. Recordó todas las veces que esperó impaciente una llamada, un mensaje, un aviso de parte de él que le demostrara que todavía sentía algo por ella. Todo este tiempo deseando recibir un mensaje de él y esto es lo que le envía. ¿Qué se supone significa? Se preguntó y lanzó el celular en la cama con enojo.
Durante toda su relación con Jorge, le confió sus más profundos sentimientos, fue tan transparente como el agua, él sabía que ella estaba enamorada de él, peor que eso, él sabía que ella lo necesitaba. Esta vez no quiso apresurarse y seguir demostrando su irracional deseo de verlo.
Se puso un abrigo para el frío, y se fue a la cocina, miró por la ventana, buscando a lo lejos el majestuoso árbol del Parque Flores Verdes, que tanto le gustaba. Luego fue hacia la sala de estar y prendió el televisor. Pasaba canales intentando olvidar el mensaje pero el sentido de urgencia iba creciendo en su interior, hasta que no pudo resistirse más y corrió a la habitación; dos mensajes habían llegado:
¿No vendrás a darme el masaje?
Vale, necesito hablar contigo ¿No puedes venir?
Emily dudaba al recordar la última vez que se vieron, cuando él no mostraba ni siquiera el mínimo interés en ella ¿Merecía Jorge que ella escuchará lo que él tenía que decir? No estaba segura. Él terminó con ella por un mensaje telefónico, seco, directo y cortante. Mensaje que Emily no pudo aceptar en ese momento, tal vez por un año de alegría interrumpida, donde los besos, los piropos y las caricias abundaban. En aquel momento sumergida en la negación, fue a buscarlo creyendo encontrar al hombre amable y simpático con quien había compartido ese año, pero solo encontró un aspecto de él que nunca jamás había conocido, él no estaba feliz de verla, se recostó en la cama con los ojos cerrados como esperando a que ella se fuera, cuando ella intentaba conversar con él solo recibía silencio, ella siguió pidiendo explicaciones y lo único que recibió fue un: “No quiero hablar del tema”
Emily no podía compaginar esa fría e indiferente actitud con la alegría y amabilidad con la que había sido recibida los meses anteriores. Nada tenía sentido, pero ahora la vida le estaba dando la oportunidad de obtener las respuestas que necesitaba y entender que había sucedido. Miró el mensaje de nuevo. Llena de preguntas y embriagada con los recuerdos de un amor que creyó bonito. Le respondió: “Sí”.
Corrió a bañarse y a arreglarse como si fuera la primera cita, borrando de su mente el recuerdo doloroso de su último encuentro, su mente eufórica creaba posibles escenarios en los cuales él aun amándola tuvo que alejarse de ella. Se miró en el espejo enfocándose esta vez solo en su rostro, se lamentó de haber pasado toda la noche llorando, tenía los ojos hinchados y unas desagradables ojeras que intentó cubrir con maquillaje.
Cuando Emily llegó a la casa de Jorge, él le abrió la puerta sonriente y ella no pudo evitar devolverle la sonrisa. Emily no sabía cómo, pero allí estaba de nuevo el hombre de quien se había enamorado, hablaron de cosas triviales, rieron y se acariciaban las manos de vez en cuando.
Te extrañé – le comentó Jorge y ella se atrevió a responder de forma tímida - Yo también - Luego agregó de forma insegura: Pero creo que lo mejor es que no nos mantengamos en contacto.
Yo no quiero perderte – afirmó Jorge con una seguridad que hizo a Emily dudar. Un gran alivio se apoderó de ella, cómo si despertara de una horrible pesadilla.
Finalmente él la abrazó. Emily quería rechazarlo, se sentía herida, ¿Por qué la dejó del modo que lo hizo?, ella no hizo ningún intento de devolver el abrazo, pero tenía que admitir que se sentía bien estar entre sus brazos de nuevo, se sentía bien percibir su olor, lo extrañaba y el calor proveniente del cuerpo de Jorge, le brindaba a Emily refugio en esa tarde tan fría, así que poco a poco fue cediendo espacio y permitiendo que acercará su cuerpo un poco más al suyo. Después de tanta duda, terminó aceptándolo, se besaron, se acariciaron y Emily terminó entregándose de forma apasionada a Jorge. Luego de aproximadamente un hora de intercambio de fluidos, torpes caricias y apasionados besos, reposaban abrazados, Emily sonreía mientras Jorge acariciaba su espalda. Ella se sentía a gusto, después de todo si podrían reconciliarse y estar juntos de nuevo, y por fin descubriría que fue lo que sucedió hace dos meses.
No sabes cómo me alegra que hayas decidido solucionar las cosas – dice después de un suspiro. Apenas Emily dijo esto, Jorge hizo una mueca y la apartó: Jamás dije que quería solucionar algo.
No lo entiendo, entonces ¿por qué estoy aquí? – se quejó de forma inmediata.
A lo que él responde de forma cruda: Yo no sé porque estás aquí, te mandé a la mierda hace tiempo.
Emily quedó en shock, no sabía ni que decir ni qué hacer ante las duras palabras de Jorge, solo sabía que no quería mostrarse débil delante de él, no quería entregarle ese poder, no otra vez, pero no podía evitar que las lágrimas salieran de sus ojos, no podía evitar ponerse roja, no podía evitar que la voz le temblara.
Yo vine porque tú me escribiste… no lo te entiendo, tú me confundes - dice mientras comienza a vestirse rápidamente como si eso pudiera borrar la última hora de sexo salvaje y descontrolado.
Tú te confundes sola, yo solo dije que quería un masaje, jamás hablé de volver contigo – responde él indiferente
No puedo creer esto– Susurraba Emily, el nudo en su garganta hacia su voz cada vez más débil, llorando agregó –me dijiste que no me querías perder.
Yo no voy hablar contigo mientras estés en ese estado ¿Por qué tienes que llorar? ¿Por qué tienes que ponerte así? No entiendo porque esto tiene que afectarte, yo ya había terminado contigo, ¡eres una histérica! – agrega Jorge con molestia, sin ni siquiera verla a la cara.
No estoy gritando, no estoy histérica. – Intentó calmarlo buscando su rostro.
Pero estás llorando, yo no voy a la casa de los demás a incomodarlos con mi tristeza- refutó fastidiado pero con seguridad.
¿Por qué te comportas de ese modo? ¿Por qué tienes que actuar así? – comenzó a desesperarse Emily,
Te dije que no iba hablar contigo – agregó con voz seca, se tiró en una silla y encendió el televisor. Emily, que no podía creer que estaba de nuevo en esa situación, siguió pidiendo explicaciones, lo último que escuchó de él fue: “No me vas a obligar a hablar de algo que no quiero. ¿Acaso tú vas a escoger mis temas de conversación?” Luego se quedó mirando fijamente al televisor ignorándola por completo. Ella se sentó algunos minutos en la cama, hasta que finalmente se dio cuenta de que él no volvería hablarle y se fue.
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El cielo nublado y la brisa fría que arropaba su cuerpo favorecían su estado de ánimo melancólico, caminaba recriminándose a sí misma por haber llorado, se sentía culpable de que Jorge se hubiese molestado. Pronto su tristeza se convirtió en ira, ¿Por qué le escribió? ¿Por qué la miro a los ojos diciéndole “no te quiero perder”? ¿Qué clase de persona sádica haría eso? Él sabía cuáles eran sus sentimientos.
La ira empezó a reemplazar la tristeza en cada paso que daba, mientras se dirigía al Parque Flores Verdes. Moviendo la cabeza hacia los lados, Emily lloró de nuevo, no podía aceptar lo que había ocurrido ¿Por qué se acostó de nuevo con él? ¿Por qué lo dejó tocarla? La impotencia y la humillación apuñalaban sus psiquis, se sentía burlada y sin poder para hacer algo al respecto.
Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras se adentraba en el parque, Emily frotó sus manos para calentarlas. Agradeció que el parque se encontrara solo, probablemente por el clima, no deseaba que nadie la viera llorando, y encontraba muy difícil dejar de hacerlo.
Caminó hacia su árbol favorito, el más grande y frondoso de todo el parque, se sentó debajo de él, sintiendo vergüenza de su propia estupidez proseguía llorando, pudo sentir las cálidas gotas bajar por su mejillas, se limpió con sus manos y se sorprendió al ver manchas de sangre en ellas. En cuestión de segundos creyó que tanta indignación la hizo llorar sangre, un pensamiento absurdo que se fue de su mente con la misma rapidez con la que llegó, se puso de pie y miró hacia arriba y allí estaba.
Una mujer colgaba boca abajo en las ramas del árbol, parecía que iba caer en cualquier momento, abdomen y cuello bañado en sangre, su boca ligeramente abierta, ojos vidriosos y abiertos que parecían observar a Emily. Que aunque se desconcertó con el rostro del cadáver, a tan solo un metro de distancia del de ella, no pudo resistir devolverle la mirada, con morbosa curiosidad detalló la hermosas facciones y la piel grisácea, de esta mujer que estaba “patas arriba”.
Hola, queridos lectores, este relato fue incentivado por las tertulias literarias de reveur dirigidas por @kruznik y @danvel, los días jueves a las 8:00pm en el servidor de discord. Te invito a unirte y compartir tus gustos literarios.